domingo, 21 de abril de 2013

SEXO DE RUPTURA.


Él-Así que esto es todo?
-Sí.
Él-Estamos rompiendo.
-Sí.
Él-Hemos roto.
-Está hecho.
(Suspiro)
Él-Beso de ruptura.
-Beso de ruptura.
Él-Sexo de ruptura.
-Sí, sexo de ruptura.

Para las chicas, a veces esas cosas tienen una gran importancia.

Así que pensé lo siguiente: "Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y cinco días del año". Estaba en quinto o sexto curso de primaria cuando lo decidí. 
-¡Qué fuerte! -exclamé admirado-. ¿Y lo has conseguido? 
-No es tan fácil como creía -reconoció Midori. Reflexionó un momento contemplando el humo-. Quizá sea por haber esperado tanto tiempo, pero ahora busco la perfección. Por eso es tan difícil. 
-¿Un amor perfecto? 
-¡No, hombre! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. "Toma, Midori. Tu pastel de fresa", me dices. Y te suelto: "¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!". Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero. 
-No creo que eso sea el amor -le dije con semblante atónito. 
-Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia. 
-¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana? 
-Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: "Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?". 
-¿Y qué sucedería a continuación? 
-Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho. 
-A mí me parece un desatino. 
-Yo creo que el amor es eso. Pero nadie me comprende. -Midori sacudió la cabeza sobre mi hombro-. Para un cierto tipo de personas el amor surge con un pequeño detalle. Y, si no, no surge.


HAY QUE FOLLARSE A LAS MENTES.

El placer no esta en follar; es igual que con las drogas:
A mi no me atraen un buen culo, un buen cuerpo, una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen, ¡me encantan! Pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia. Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer.
¡conocer!, ¡poseer!,¡dominar! ¡admirar!.... La mente, yo hago el amor con las mentes, 

¡Hay que follarse a las mentes!

jueves, 11 de abril de 2013

Emy Reynolds-Tonight

She was from Kansas.
Her mum just said she was from from France.
But she was from New Mexico.

Houston, tenemos un problema.

¿Por qué dejamos siempre que lo único que nos falta influya tanto en lo que sentimos por las cosas que sí tenemos?
No soy capaz de volver a amar. Sólo quiero de verdad a un pequeño gato que no tengo hace mucho. Tal vez esa sea la única forma de amor que me queda, no lo se, puede que así sea. Sería triste, pero tendría que empezar por dejar de darle vueltas al asunto o intentar encontrarle defectos a una persona fantástica, en vez de desear querer a alguien sin límites. Qué demonios! me conformaría con poder amar hasta con ellos. Sólo quiero poder volver a enamorarme, abrazar la vida y no temer a nada, ni a nadie. Quiero dejar de autogafarme o joderme directamente todas las relaciones con las que estoy mínimamente satisfecha, porque por ahora, sólo amo la biología, y a Mendel, mi gatito.
Y eso me sabe a poco, eso me hace sentir pequeña e indefensa, en lugar de fuerte y decidida (cómo creí que me sentiría si llevaba un riguroso control de mi vida y  emociones). Pero ahora que he diseñado un duro caparazón para mi mente, para que lo ajeno jamás la penetre, a la hora de levantar esas fronteras  y reunificarme a mí misma como si de las dos Alemanias se tratase, soy incapaz.
Y de eso, de mi aislamiento afectivo, soy estrictamente  responsable, siendo así todo lo demás que sí puedo conseguir, degradado a un inútil segundo plano,  minusvalorándolo por obsesionarme por lo que soy incapaz de tener, que es sentir algo por alguien ahora mismo. Y lo peor, es que la culpa es mía, es autoinfligido e irrevocable por el momento.
Por ello, la auténtica verdad es que, en el fondo, la culpa de todo lo que sucede en nuestras vidas y en nuestras mentes, es exclusivamente nuestra.

Una vez.

Una vez, hice una cosa.
Salió de mi mente: creé un libro.
Era un libro para mí, para nadie más. Lo usaba para mejorar mi estilo literario, para encontrar lo que más me gustaba, lo que hacía mejor.
Era un libro en el que describía la vida de una chica. Y esa chica, ese personaje que lo tenía todo, o por lo menos todo lo que yo deseaba, representaba mis deseos y un pasado parecido, volcado todo en uno.
Es ficción, y ya ni siquiera me interesa tener la vida que ella tiene en el libro.
Violet (así se llama) es un producto de volcar todas mis inseguridades y quimeras adolescentes.
Lo más importante de todo ésto no era lo que he dicho, sino que me he dado cuenta de que ya no deseo alcanzar la vida que imagine e idealicé para esa chica, y eso, a parte de significar que he madurado, significa que tengo otros sueños imposibles que ya no son esos, que están en mi mente y en algún momento tendré que volver a plasmarlos en papel.
Me apetece hacerlo.
Pero no ahora, ahora es pronto.