sábado, 16 de marzo de 2019

Retos existenciales. La vida es algo más.

No he cumplido con el mandato clásico de "escribir un libro, tener un hijo, plantar un árbol", pues escribí varios libros a medias, todos inacabados, planté un árbol cuando todavía las semillas no estaban modificadas genéticamente para no germinar de forma natural y en cuanto a lo de los hijos, no se, me apetece tener uno en un futuro pero ahora  mismo no lo veo claro. 
Quizá el reto existencial para esta generación  sea menos poético: hacer un video de youtube, tener un hijo subrogado y hacerse un tatuaje de plantita de marihuana, no lo se. Pero sea cual sea el reto generacional, al acabar siempre nos acaba brotando la misma pregunta, como a los alpinistas en la cumbre: ¿Y ahora qué?
¿Debemos detenernos, darnos por satisfechos, echarnos a la bartola? 
¿Saborear el momento? 
¿Debemos proseguir añadiendo muescas de supuestos méritos a nuestras vidas?
¿Debemos seguir corriendo hacia ninguna parte, persiguiendo el blanco móvil de la felicidad?
¿Debemos reorientar nuestras metas, si es que conservamos alguna, o fabricar más? Como el conejo y la zanahoria. Chasing the fucking carrot, non- stop.

Personalmente pienso que junto al tiempo cronológico, está el tiempo realmente vivido. 
La vida debería medirse no por las vueltas que da la tierra alrededor del sol, sino por las vueltas que damos a la tuerca del tornillo de nuestra personalidad. Deberíamos considerar que estar vivo es algo más que el estado vegetativo de seguir pantallitas, aturdirse con decibelios, tragar comida basura compulsivamente y estar en la última. Es algo más que nacer, crecer, comer, reproducirse y morir.

"He sentido una vez más cómo lo sencillo y frugal da la felicidad: una copa de vino, una castaña asada, un pequeño brasero miserable, una caricia, el sonido del mar. Nada más"-Nikos Kazantzakis, en Zorba el Griego.

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