Durante toda mi vida, he tenido la impresión de que podía convertirme en una persona distinta. Pero, al final, por más que me alejara, mis carencias seguían siendo las mismas. En cierto sentido, esas carencias son, en sí mismas, lo que soy
viernes, 9 de noviembre de 2012
Reflexión seria.
Aquí sentada, frente a la alternativa de una hoja en blanco de la era tecnológica, se me ocurre que soy un ser atemporal. Nadie parece recordar mi pasado excepto yo misma, sólo tengo las pruebas de mi crecimiento y de la evolución de mi cuarto. Y pienso que mientras escribo esto se crea ese pasado que aunque la lógica me hace reconocer que existe, tengo la sensación de que no lo hace, que estoy aquí sentada escribiendo esto como una manera de recordarme a mi misma que en realidad, aunque realmente el pasado existe, es una ilusión creada para engañarme. Y si argumento de esta manera, la verdad es que mi presente y futuro tampoco son gran cosa, porque el presente se convierte en pasado a medida en que sucede. El presente de hace un minuto es el pasado de ahora, cuando ese minuto acaba de suceder en esa línea que yo considero difusa y a la vez extraordinaria que es el tiempo. En cuanto al futuro...es más complicado. Consiste en todo aquello que puedo hacer o las circunstancias que en un auténtico segundo, pueden cambiar mi vida para siempre. En menos de lo que tarda alguien en rascarse algo o beber un trago de agua, la vida puede dar un giro de consecuencias tremendas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario