viernes, 15 de noviembre de 2013

Experiencia vital profunda.

Tropecé con algo inesperado y entonces llegó la catarsis y no tuvo nada que ver con el mundo sino conmigo.
Eso marcó un antes y un después, una oportunidad para vivir de verdad. Y todo me dio igual, porque ya no necesitaba a nadie para decorar la guarida de mis últimos días, porque esos días se habían alargado, ya no veía un final próximo al fondo del túnel. Ya ni siquiera era un túnel, era y es un arcoiris tras la tormenta más grande y más terrorífica de todos mis tiempos.
Esa es mi catarsis, mi supervivencia. El estar aquí y ahora, y poder disfrutar de ello indefinidamente.
Algo que nadie sabe, nadie comprende, hasta que se ve en esa tesitura.
Y entonces vas más allá. Sales triunfante y sonriente mientras te ríes de la muerte, de los problemas, y admiras y saboreas la vida.
Te purificas y no temes a nada. Olvidas las heridas y daños sufridos en algo que parece un remoto pretérito.
Eso te libera, te estabiliza de una forma inconcebible, y ya eres otro, alguien completamente distinto.

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