He reconstruido mentalmente nuestra última conversación millones de veces. Me he imaginado a mi misma despidiéndome en cierta manera, o advirtiéndole, o abrazándole, o diciendole cualquier cosa, incluso tonterías.
Esas fantasías quiméricas me han conducido a divagar, y pensar en lo que me hubiese dicho, o si ahora volviese, lo que diría, y sería más o menos esto:
No llores cuando me vaya. Ni me lleves flores. Sólo recuérdame alguna vez, recuérdame haciéndote reír.
Y vete. Y regálate flores. Y olvídame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario