He empezado a preguntarme si en vez de ser pragmáticos y facilitarnos las tareas cotidianas, la rutina y en definitiva, la vida, en realidad nos complicamos demasiado.
Antes se metía la ropa en una red con jabón y se lanzaba al río, se lavaba a mano, se usaba regadera, se lavaba uno la cara con el mismo jabón que se usaba para la ropa, no existía el hilo dental y los hornos eran las chimeneas o las fogatas. Se leía en papel y no en libro electrónico. Y no hablemos de escribir, lo mismo: pluma, tinta y papel. Mucho mejor. Más sencillo.
La cama no se hacía. Para qué.
Para qué doblar la ropa si iba a acabar igualmente arrugada.
Para qué no dejar que la luz del día te despierte cuando tenga que hacerlo.
No soy tan cínica como para decir que quisiera vivir en una época pasada, dos o tres siglos atrás.
No soy ese tipo de persona.
Pero sí pienso que muchas de las cosas que hacemos o compramos para que se hagan por nosotros, nos atontan en cierta manera con la idea de efectividad o de rapidez.
Igual pasa con lo que llamamos "problemas", que en realidad formulamos mentalmente en forma de pregunta. Sí, esos dilemas existenciales, metafísicos, a los que siempre apelamos en algún u otro momento de la vida: ¿Qué somos? ¿Qué sucede cuando morimos? ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo podemos ser eternamente felices? ¿Qué podemos saber?
Estudio filosofía y empiezo a preguntarme si, al no poder obtener nunca una respuesta inequívoca, sirve de algo no abandonarse en sí mismo, si esas preguntas que me acosan cada día no significan que me complico demasiado, que busco algo más que jamás encontraré.
Me pregunto si es absurdo y sólo sirve para tener una leve consciencia de uno mismo y del mundo que nos rodea, que no es precisamente poca cosa pero a mi siempre me parecera insatisfactorio e insuficiente.
Busco otra cosa. Quiero más.
Tengo sed de respuestas. Una sed que jamás se calma.
Una sed que se aplaca cada cierto tiempo y luego vuelve con más intensidad.
Hay veces que escribo y escribo durante horas y luego lo borro o lo tiro, pensando: para qué.
A estas alturas podría tener cientos de hojas escritas con mis divagaciones, pero considero que no deben permanecer en la historia, sólo servirían como una especie de curioso efecto mariposa en la mente de quien las leyese algún día, planteando más y más dicotomías, más perspectiva y más caos.
Concluiré este pensamiento diciendo que somos unos seres aparentemente sociales, pero en el fondo somos individuos (la palabra ya lo dice por sí misma) separados los unos de los otros por una individualidad y una soledad que intentamos rellenar con meras estructuras y organizaciones sociales.
Y aunque deberíamos tender a simplificarlo todo, a hacerlo más fácil, con frecuencia no es así, e intentando hacer sencilla cualquier cosa, la hacemos más compleja, nos complicamos.
Estará en nuestra naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario