miércoles, 17 de julio de 2013

Una cosa que hago.

A veces, muy de cuando en cuando, la gente te sorprende.
Siguiendo esa filosofía, de vez en cuando, cuando me he terminado un libro que me ha gustado, lo dejo en algún sitio bastante concurrido(el metro, el cine, el parque, una cafetería...). Lo abandono con la esperanza de que quien lo encuentre lo lea y le guste tanto como a mi, con la intención de realizar algo que tenga sentido para mí, para alguien, para el mundo, para las mentes.
Además, me encanta ponerme inmediatamente después, cuando ya no puedo ver el libro que he dejado entre el gentío  (a la deriva, asido a un madero flotante cualquiera), dejar volar la imaginación y ver en mi psique una escena en la que el libro le cambia la vida a su nuevo dueño, o que éste hace lo mismo que yo con el libro hallado y el libro pasa de unas manos a otras y a otras y a otras, de forma que una gran cantidad de personas pueden disfrutarlo.
La sensación que provoca en mi persona es tan satisfactoria que es bastante azaroso describirla, por lo que animo a quien lea esto a hacerlo algún día y a comprobar en su propia carne lo que llega a sentir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario