miércoles, 17 de julio de 2013

¿Y qué se conoce de las pasiones?

Su reflejo en el alma de las personas que las aman. 
Y, como ocurre en la caverna de Platón, los prisioneros no ven los objetos reales, sino sus sombras.  Es decir, el apasionado ve la sombra a la cual el fulgor de la auténtica pasión reviste de contornos más o menos definidos.  
Y, como el cautivo, hay que escalar amorosamente, sudar para conseguir amar, el motor de la vida.

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