Cuando le miro hay un sobreentendimiento mutuo.
Mirarle sumergiéndome en sus ojos está más allá de las palabras.
Es como si tuviese una trascendencia inefable, como si mirándole le comunicase algo que no sé muy bien qué es.
Pero él sabe que lo hago, que cuando le miro algo se remueve en mi interior.
Simplemente se intuye.
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