jueves, 26 de junio de 2014

Lars von Trier.

Vi hace poco Anticristo, la película de Lars von Trier.
Realmente siempre he tenido reparos con el cine de este director. 
Y entiendo los cachondeos hacia su persona, puesto que es un egocéntrico de cuidado. Eso sí, es provocador e imprevisible.
Esta película en particular te da un puñetazo en el cerebro dormido, despertándolo.
Anticristo va de una historia de una pareja, Él y Ella. Está claro que no hablamos de una mujer y un hombre cualquieras, sino de  todas las mujeres y todos los hombres del mundo en general (aquí luego que cada uno se haga su propia paja mental pero eso es lo que yo creo que desentraña el simbolismo). 
Tras la pérdida dramática de su hijo, ambos protagonistas van a refugiarse para recuperarse de la tragedia en una cabaña que "casualmente" (y lo entrecomillo porque de casual no tiene nada) se llama Edén.
Hasta aquí todo bien. 
Entonces después de un prólogo cojonudo, el filme se transforma en una ida de olla curiosa.
Esta transformación en la trama te da una vuelta y mareado te palpas el estómago preguntándote qué narices te pasa. Es un cambio drástico carente de lógica e intención. Es simplemente una ruptura abrupta de la línea argumental, que deja paso a un abismo de escenas repulsivas y asquerosamente explícitas, desde una masturbación desenfrenada al pie de un árbol, pasando por una amputación vaginal cargada de metáforas hasta una auténtica orgía de lo desagradable, dejando un cine de terror desnudo y visceral.
Te remueves en el asiento, incómodo, mientras no puedes dejar de mirar y pensar y quedas sumido en una depresión bastante profunda durante algunas horas.
Sin embargo a pesar de todo eso, una película que admite al menos una docena de niveles de lectura (todos ellos válidos), es una jodida obra maestra.
Sí, Anticristo es excesiva, pedante, afectada y enfática. 
Y también gratuitamente sádica.
Pero si después de verla no te rondan la cabeza algunas preguntas sobre la culpa, el mal, el sadismo, la misoginia y la impiedad, es que eres una masa de carne incapaz de captar intelectualmente nada que vaya mucho más allá de un chiste de cojos, putas y franceses contado con acento extremeño.


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