Hay ciertas cosas que no puedo compartir con cierta persona, cosas que no puedo decir, porque si las digo piensa que quizá le puedo seguir queriendo.
Y en cierta manera, sí, es verdad, lo sigo haciendo, pero no como antes. Ya nunca será el mismo tipo de amor. Siempre una parte de mí querrá a esa persona que, con todos sus defectos y virtudes, con todos los momentos de felicidad vividos y todos los malos pasados, es extraordinaria.
Y me jode no poder compartir algunos pensamientos.
Me gustaría contarle, por ejemplo, lo que significa "lavar la taza" para mí, expresión que acuñé viendo House. El mejor amigo de House,Wilson, tenía una novia que murió en un accidente de tráfico y dejó todos los objetos de la casa que compartían como los había dejado ella. Poco a poco, al ir superándolo, empezó a cambiar las cosas, mover los muebles, dar su ropa....
Pero, sin saber por qué, lo único que no había movido ni alterado desde su muerte, era la taza de café que ella se había bebido por la mañana. Tal vez porque era la última cosa que ella había tocado.
Y por fin, al final de un capítulo grandioso, se decide a lavar esa roñosa y manchada taza de café con leche y se entiende que ya lo ha superado, que puede seguir adelante.
Pues bien. En cada ruptura que duele (sea del tipo que sea), todo el mundo tiene su "taza", una acción que realiza para superar las cosas.
Mi taza era una nota que tenía en el móvil en la que ponía lo que iba a llevar en la maleta en un viaje a un lugar maravilloso al que fuimos juntos.
Y poco a poco fui borrando la lista de cosas, hasta quedar solo el título de la nota. Y mientras fui metiendo sus cosas y nuestras cosas en cajas y olvidando (o mejor dicho no recordando) poco a poco. Pero me negaba a borrar esa nota. No era capaz. Creo que porque en el fondo representaba la esperanza de volver a hacer ese viaje algún día, juntos de nuevo.
Pero hace más o menos un mes, me debatía entre las últimas lágrimas de rabia (de rabia porque me saliesen) y de resignación, cuando decidí borrar esas pequeñas palabras de mi teléfono.
Y pasó algo mágico. No sentí nada durante un momento. Luego me sentí muy vacía, como si ya no quedase nada de esos momentos de mi vida. Y un poco después, me empecé a reír a carcajadas¡¡Lo había hecho!! y me acababa de dar cuenta de que, en el momento de hacerlo, de darle a eliminar, lo había superado de verdad.
Todo este hilo de pensamientos viene a cuento de que me gustaría poder contarte este tipo de cosas sin que hubiese la más ínfima posibilidad de que creyeses que estoy como una teya o que sigo amándote en secreto o de que pusieses cara rara y no me dijeses lo que piensas, que sería peor.
En fin, eso era todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario