-Me bajo aquí, es que no puedo llegar tarde.-le dijo. El conductor asintió y tomó el dinero.
-¿Quiere recibo?
-No me hace falta y quédese con el cambio.
-Gracias-dijo el conductor-.Tenga cuidado que sopla mucho viento, ¡no vaya a resbalar!
-Lo tendré.-respondió Aomame.
-Ah, y una cosa más. Me gustaría que recordara lo siguiente: las apariencias engañan.
"las apariencias engañan"-repitió Aomame en su cabeza, y frunció ligeramente el ceño.
-¿Qué quiere decir eso?
El conductor eligió las palabras.
-En fin, podría decirse que lo que está a punto de hacer no es algo normal, ¿no es así? La gente normal no desciende por unas escaleras de emergencia en la autopista metropolitana en pleno día. Sobre todo una mujer.
-Sí, es verdad.-dijo Aomame.
-Y cuando se hace algo así, el paisaje cotidiano...., ¿cómo se lo podría decir?...., tal vez parezca un poco diferente al de siempre. A mí me ha pasado. Pero no se deje engañar por las apariencias. Realidad no hay más que una.
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