Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero Dostoievski a Dickens.
Prefiero que me guste la gente, a amar la humanidad.
Prefiero tener a mano la mente.
Prefiero no afirmar.
Prefiero preguntar.
Prefiero pensar.
Prefiero decir que la razón es culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otras cosas.
Prefiero viejas ilustraciones a rayas sin sentido.
Prefiero lo ridículo, lo extravagante, lo interesante.
Prefiero en el amor los aniversarios inexactos que se celebran todos los días.
Prefiero los moralistas que no prometen nada a los cínicos.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la banalidad del mal a la maldad cruel y consciente.
Prefiero la tierra mojada.
Prefiero el viento en la nuca.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos a las primeras páginas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con el rabo sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones, los escondites aleatorios.
Prefiero el cero solo al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo instilado al estelar.
Prefiero tocar madera a piedra.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad de que el ser tiene su razón.
Prefiero preferir.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado.
Prefiero.
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