Hoy recordé tu cumpleaños y sé que estarás feliz.
Como siempre, ayer caminé por el centro, jugué con flores amarillas, me dejé abrazar por la lluvia, permitiendo que las gotas de agua recorriesen mi cara. Inventé historias con la gente que iba en el metro.
Y lo más importante: visité la librería y, recordando tu cumpledías, escogí y compré un libro para ti.
Nunca te lo entregaré y nunca podrás leerlo (sé que es científicamente imposible), pero como yo nunca lo leeré...pues el libro ya es tuyo.
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