sábado, 15 de febrero de 2014

Amistad.

Qué curiosa es la amistad, ¿no? De repente escoges a unas personas para pasar tiempo con ellas. ¿Haciendo qué? Pues hablando, riendo, bebiendo o comiendo algo, yendo a veces a sitios juntos... y ya si la cosa prospera te ayudan y apoyan cuando te pasa algo chungo o turbio, o cualquier gilipollez.
Pero, ¿cuándo escogemos a esas personas? ¿Y en base a qué?
¿Por qué mis amigos son mis amigos y no otro grupo de personas?
No recuerdo haberlos escogido, más bien creo que la vida escoge por ti a esas personas. Obviamente luego vas descartando, cribando a las que no te aportan nada y "seleccionando" a los que te importan. Sin embargo en ningún momento fichas a alguien y decides que lo quieres como amigo y te esfuerzas por ser simpático a ver si la amistad arraiga (bueno yo a veces lo hago aunque tengo entendido que no es el proceso social normal. Yo es que soy un poco así).
No obstante, eso no es lo habitual. Conoces a alguien, charlas, encuentras cosas en común y cosas que no compartes que te interesan.
Y la amistad simplemente sucede.
No es una determinación lúcida.
Parece que las cosas más importantes de la vida ni siquiera son elecciones conscientes.
Entonces, ¿de qué o quién depende la vida que estamos viviendo?
¿La construimos o nos toca?
Lo fácil (que constituye así mismo una vaguería mental en cierto modo) es decir que es un poco de ambas conjeturas, pero todos sabemos que la vida no sigue una receta precisa, que al final hay algo que suele predominar:
el azar o la elección.
Ahora bien, ¿cuál?

No hay comentarios:

Publicar un comentario