No sé que me lleva a subrayar unas palabras y no otras.
Este problema creo que forma parte de una deontología o de una pragmática de la escritura. Y Barthes seguro me daría la razón. A sus discípulos les fascinaba y sorprendía que el maestro dejase caer a veces frases, no ya delicadas o inextinguibles, sino directamente provocadoras.
Cuando uno dice frases como que la ópera no es música la causa está en que quien las pronuncia ha estado probablemente hablando y pensando toda su vida y si le sale una cosa así de golpe es que debe tener razón. Le he dado vueltas y me he dado cuenta de que lo que dice Barthes tiene sentido.
La ópera puede ser bella, pero no tiene por qué ser necesariamente música. En Grecia, de hecho, el coro sí era música, pero la canción se incorporó después. Nadie puede definir muy bien qué es la música.
A veces no hay otra manera de aceptar inteligentemente e inteligiblemente una frase más que cuando se la acepta por completo sin discutirla.
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